Menú de Química

Buscar este blog

Translate

viernes, 8 de agosto de 2025

La densidad

La densidad de una sustancia es una propiedad intensiva que se define como la masa por unidad de volumen, es decir, la relación entre la masa y el volumen de un material. Se expresa comúnmente en unidades de g/cm³ o kg/m³. La densidad varía con la temperatura y la presión, ya que a medida que la temperatura aumenta, las partículas de la sustancia tienden a separarse, lo que reduce su densidad. A la inversa, cuando la temperatura disminuye, las partículas se acercan, lo que aumenta la densidad.

Definición de densidad. Pulse aquí para la descripción de sus parámetros y su factor de conversión homólogo.

En el caso del agua, se establece que su densidad es 1 g/cm³ (o 1 kg/L) a 4°C, no porque esta sea su "naturaleza", sino debido a un acuerdo histórico relacionado con la definición del kilogramo. Cuando se definió el kilogramo, se utilizó un litro de agua a 4°C para hacer la conversión 1:1 entre volumen y masa. Por ello, la densidad del agua sigue siendo muy cercana a 1 en la mayoría de las condiciones de laboratorio, tanto en su forma larga (kg/L) como en su forma corta (g/mL).

La definición de densidad es axiómica, lo que significa que no se desprende de otras verdades o principios, sino que es una convención aceptada para relacionar la masa de una sustancia con el volumen que ocupa. Es una relación establecida por acuerdo, y no necesita ser demostrada o probada, ya que se trata de una verdad fundamental dentro del campo de la química y la física. De esta manera, la densidad se define como el cociente entre la masa de la sustancia y el volumen que ocupa, lo que la convierte en un concepto central para comprender las propiedades intensivas de los materiales.

La densidad está estrechamente relacionada con el estado de la materia, ya que los sólidos, líquidos y gases presentan diferentes densidades debido a la manera en que sus partículas están organizadas y distribuidas. En los sólidos, las partículas están mucho más juntas, lo que generalmente resulta en una mayor densidad, mientras que en los gases, las partículas están más separadas, lo que conduce a una menor densidad.

Además, la densidad también está vinculada al carácter metálico o no metálico de un elemento. Los metales, en general, tienen alta densidad debido a sus estructuras compactas y fuertes enlaces metálicos, mientras que los no metales suelen tener densidades más bajas. Esto se debe a que los átomos en los no metales están menos densamente empaquetados, lo que resulta en una menor masa por volumen.

La unidad y el agua

El agua es el patrón de medida de la química. Como vimos en la sección de cantidad de sustancia, su descomposición permitió calibrar los pesos atómicos fundamentales: 1 para el hidrógeno, 16 para el oxígeno y 18 para el agua. Con estos puntos de referencia, los demás elementos pudieron ser calibrados con precisión. Sin embargo, la densidad también depende estrechamente del agua, y en particular del volumen que ocupa un litro de agua.

El primer nombre del litro fue “cadil”, y sus estándares originales se conservan en el Musée des Arts et Métiers en París. El litro fue introducido en Francia en 1795 como una de las nuevas unidades republicanas de medida, definido como un decímetro cúbico (1 dm³). Un litro de agua líquida tiene una masa casi exacta de un kilogramo, debido a que el kiloramo fue definido en 1795 como un decímetro cúbico de agua a la temperatura del punto de fusión del hielo. La longitud original del decímetro era de 44.344 líneas, revisada en 1798 a 44.3296 líneas, haciendo que el litro original equivaliera a 1.000974 del decímetro cúbico actual. Sobre esta definición del litro se construyó el kilogramo.

Por ende, para definir el kilogramo, se llenaba un litro de agua a una temperatura específica —normalmente cerca de los 4 °C, donde el agua alcanza su máxima densidad— estableciendo así una referencia precisa y reproducible. Esta unidad reemplazó a la libra (o grava), cuyo nombre en idiomas germánicos sonaba como “conde” o “count”, algo que la idiosincrasia republicana francesa rechazaba vehementemente, en un contexto en el que se proclamaba “¡Arriba la democracia, y la cabeza de los nobles en picas!”.

Dado que 1 kilogramo de agua equivale a 1 litro de agua, la densidad del agua quedó registrada como la unidad perfecta de referencia, con un valor que varía muy poco dentro de las temperaturas normales de laboratorio. Esta característica convirtió al agua en un estándar fundamental para mediciones físicas y químicas, consolidando su papel como base en la metrología científica.

La gravedad específica y la flotación

Dado que la densidad del agua es aproximadamente 1 kg/L, cualquier objeto o sustancia con una densidad mayor que esta tiende a hundirse en el agua, mientras que aquellos con una densidad menor suelen flotar. Esta regla general se aplica tanto a materiales cotidianos como a sustancias químicas. En el caso de compuestos que no se disuelven en agua, denominados hidrofóbicos o apolares, también se observa esta misma lógica de flotación o inmersión, dado que su interacción con el agua es mínima o nula.

Figura 1. Esta ilustración didáctica explora la relación entre densidad y flotabilidad. Los materiales con menor densidad que el agua, como la madera y el aceite, flotan, mientras que los más densos, como el hierro y el mercurio, se hunden. Además, se demuestra cómo líquidos de distintas densidades se estratifican en capas: los menos densos, como el aceite, se sitúan en la parte superior, mientras que los más densos, como la miel o el jarabe de maíz, permanecen en el fondo.

Por ejemplo, el aceite, que es apolar y menos denso que el agua, flota sobre ella formando una capa visible, mientras que sustancias como el plomo o el hierro, que tienen densidades mucho mayores, se hunden rápidamente. Esta propiedad es fundamental en procesos químicos y ambientales, como la separación de mezclas, la purificación de líquidos y el comportamiento de contaminantes en ecosistemas acuáticos.

En los análisis científicos de flotación y densidad, las unidades absolutas (como kg/L o g/cm³) pueden ser menos relevantes que la comparación relativa entre la densidad de la sustancia y la del agua. Por ello, se utiliza el concepto de gravedad específica, que es la razón entre la densidad de una sustancia y la densidad del agua a una temperatura estándar. La gravedad específica es una magnitud adimensional que facilita la comparación sin importar las unidades empleadas, simplificando el estudio de fenómenos de flotación, sedimentación y separación.

Este enfoque permite, por ejemplo, predecir el comportamiento de sustancias en diferentes medios, optimizar procesos industriales y diseñar equipos para separación de fases. Así, la relación entre la densidad de una sustancia y la del agua, junto con la gravedad específica, constituye una base clave en la ciencia de materiales y en la química aplicada.

Desplazamiento y boyancia

El principio de Arquímedes establece la relación fundamental entre la densidad, el volumen de agua desplazada y la fuerza de empuje o boyancia. Dicho principio afirma que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta una fuerza de empuje vertical hacia arriba, con una magnitud igual al peso del fluido que desplaza. Esta fuerza es clave para comprender por qué algunos objetos flotan mientras que otros se hunden, y es un pilar fundamental en la física de fluidos.

La densidad de un objeto sólido es el factor determinante en su flotabilidad. Si la densidad del objeto es menor que la del fluido en el que se sumerge, su peso será inferior al peso del fluido que desplaza. Esta diferencia resulta en una fuerza de empuje neta hacia arriba, lo que provoca que el objeto flote. Por el contrario, si la densidad del objeto es mayor, su peso superará el del fluido desplazado, lo que resultará en una fuerza de empuje insuficiente para contrarrestar su peso, y el objeto se hundirá.

El volumen del fluido desplazado es directamente proporcional al volumen del objeto o a la parte de este que se encuentra sumergida. La masa del agua desplazada se calcula multiplicando este volumen por la densidad del agua. El peso de esta masa de agua desplazada es precisamente la fuerza de empuje. La relación entre el peso del objeto y la fuerza de empuje determina si el objeto flotará, se hundirá o se mantendrá en equilibrio en el fluido, demostrando así cómo el principio de Arquímedes unifica estos conceptos de manera elegante y precisa.

Identificación química

Para identificar una sustancia en química, nos apoyamos en sus propiedades intensivas, ya que son características intrínsecas que no dependen de la cantidad de muestra. Dos propiedades intensivas clave para este fin son la densidad y la masa molar.

La densidad es la relación entre la masa y el volumen de una sustancia. Si tomas una pequeña cantidad de una sustancia y mides su densidad, obtendrás el mismo valor que si midieras una gran cantidad. Esto permite, por ejemplo, distinguir el agua del aceite; no importa si tienes un vaso lleno o una gota, la densidad del agua pura siempre será la misma. Al comparar la densidad de una muestra desconocida con valores de referencia conocidos, podemos comenzar a formar una idea de su identidad.

La masa molar, por su parte, es el peso de una cantidad específica de una sustancia. Al igual que la densidad, la masa molar es una propiedad única para cada compuesto puro. Por ejemplo, el azúcar tiene una masa molar distinta al de la sal. Al determinar la masa molar de una muestra, podemos estrechar aún más el campo de posibles candidatos y acercarnos a su identificación.

Para una identificación más precisa, la clave es combinar varias propiedades intensivas. Si solo usamos la densidad, podríamos confundir dos sustancias diferentes que, por casualidad, tienen densidades similares. Sin embargo, al añadir otras propiedades intensivas como el punto de ebullición, el punto de fusión, o incluso el color, creamos un perfil único que minimiza el margen de error. La combinación de estos datos actúa como una huella dactilar química, permitiendo una identificación concluyente.

[Ejercicios resueltos de densidad]

Referencias

Brown, T. L., LeMay, H. E., Bursten, B. E., & Lancaster, M. (2022). Chemistry: The central science (15th ed.). Pearson.

Chang, R. (2021). Chemistry: The central science (14th ed.). Pearson.

Hughes, S. W. (2005). Archimedes revisited: a faster, better, cheaper method of accurately measuring the volume of small objects. Physics education40(5), 468.

Jeffrey, A. (2004). Mathematics for engineers and scientists. CRC Press.

Wilkins, J. A chronological history of the modern metric system (to 2008).

Swango, L. (1957). A Brief History of Weights and Measures.

Robens, E., Jayaweera, S. A. A., & Kiefer, S. (2014). Weights. In Balances: Instruments, Manufacturers, History (pp. 43-85). Berlin, Heidelberg: Springer Berlin Heidelberg.

No hay comentarios:

Publicar un comentario