Cuando los cálculos parten desde la masa de una sustancia hacia los parámetros de un gas en una reacción química, el procedimiento presenta una diferencia clave respecto a la dirección inversa. En este caso, al estar la sustancia descrita por su masa, su cantidad en moles se obtiene de manera directa, sin ambigüedades, mediante la relación entre masa y masa molar. Sin embargo, cuando esa cantidad de sustancia debe relacionarse con un gas, la forma en que el gas aparece descrito puede variar según el sistema experimental: puede manifestarse como un volumen a presión constante (como en una jeringa móvil o recipiente abierto) o como una presión a volumen constante (como en una pipeta cerrada o cámara rígida).
Esta bifurcación genera dos caminos de resolución: uno en el que se calcula el volumen del gas producido o consumido, y otro en el que se calcula la presión resultante del gas generado. Aunque en esencia ambos procedimientos se derivan de la ecuación del gas ideal, sus formas operativas cambian según el parámetro que se tome como variable.
Para unificar el tratamiento de ambos casos, planteamos un teorema general basado en la cantidad de reacción, en el cual presión, volumen y temperatura son tratadas dentro de una sola expresión. Según el diseño experimental, se despeja presión o volumen, y se adapta la constante de los gases a mililitros y milimoles para evitar factores de conversión innecesarios en laboratorio. No obstante, en la práctica es conveniente plantear ambos procedimientos por separado, ya que los instrumentos de medición y el contexto experimental suelen requerir un enfoque específico. Esta dualidad ilustra cómo un mismo concepto químico puede adoptar formas distintas dependiendo de las condiciones bajo las cuales se realice la reacción.
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