Las sustancias pueden clasificarse según el tipo de enlace
predominante en tres categorías principales: sustancias moleculares,
compuestas principalmente por enlaces covalentes; sustancias iónicas,
formadas por enlaces iónicos; y sustancias metálicas,
caracterizadas por enlaces metálicos. No obstante, algunas sustancias
pueden presentar más de un tipo de enlace simultáneamente. Por ejemplo, en Na₂SO₄,
el enlace entre los átomos de sodio y el grupo sulfato es de tipo
iónico, mientras que los enlaces entre azufre y oxígeno dentro
del grupo sulfato son covalentes. En estos casos, las propiedades
generales de la sustancia —como su solubilidad, punto de fusión o rigidez—
dependen principalmente del enlace iónico dominante.
Sustancias moleculares
Las sustancias moleculares se caracterizan por estar
formadas por moléculas unidas mediante enlaces covalentes, en los cuales
los átomos comparten electrones para alcanzar configuraciones más
estables. Este tipo de enlace no genera cargas eléctricas significativas,
lo que explica que muchas sustancias moleculares se presenten como gases o
líquidos volátiles a temperatura ambiente. La débil atracción
intermolecular permite una mayor libertad de movimiento entre moléculas, lo
que se refleja en bajos puntos de ebullición y alta volatilidad. Aunque
los gases diatómicos o moléculas mono-elementales como S₈ no presentan
carga, lo mismo ocurre con compuestos orgánicos como la glucosa (C₆H₁₂O₆),
cuyos estados de oxidación suman cero.
Asimismo, muchos ácidos binarios (hidrácidos) y oxoácidos
también son sustancias moleculares en su forma no disociada. Por ejemplo, el ácido
clorhídrico (HCl) y el ácido sulfhídrico (H₂S) están formados por
hidrógeno y un no metal, mientras que el ácido sulfúrico (H₂SO₄) y el ácido
nítrico (HNO₃) combinan hidrógeno, oxígeno y otro no metal, como el azufre
o el nitrógeno
Sustancias iónicas
Las sustancias iónicas se forman mediante enlaces iónicos,
resultado de la transferencia de electrones entre átomos con diferencias
significativas en su afinidad electrónica. Esta transferencia genera iones
con cargas opuestas que se atraen fuertemente, formando estructuras sólidas,
cristalinas y estables. Estas sustancias suelen presentar altos puntos
de fusión y ebullición, y en muchos casos se descomponen antes de alcanzar
el estado gaseoso. Aunque son rígidas y resistentes, su baja flexibilidad
las hace frágiles ante impactos.
Los hidróxidos son, por definición, compuestos
iónicos, ya que en solución acuosa liberan iones. Si un hidróxido no manifiesta
este comportamiento, suele presentar propiedades ácidas y se clasifica
como sustancia molecular.
La mayoría de los óxidos metálicos también son
iónicos, especialmente cuando la diferencia de electronegatividad entre
los elementos supera 1.7. Cuando esta diferencia es menor, puede haber duda
sobre la naturaleza del enlace; en estos casos, se recomienda observar el punto
de fusión: valores superiores a 300 °C sugieren carácter iónico, incluso si la electronegatividad no lo indica claramente.
La sustancialidad observada experimentalmente es siempre el criterio más
fiable.
Finalmente, las uniones entre metales y no metales, o
entre metales y grupos oxigenados no metálicos como el anión nitrato
(NO₃⁻),
tienden a ser iónicas. Estas uniones generan cationes
y aniones que se organizan en redes tridimensionales, donde la
atracción electrostática estabiliza el conjunto
Sustancias metálicas
Las sustancias metálicas están formadas por átomos de
metales unidos mediante enlaces metálicos, un tipo de interacción en la
que los electrones de valencia forman una "nube" electrónica
compartida y móvil que rodea a los núcleos positivos. Esta nube confiere a
los metales propiedades distintivas, como alta conductividad eléctrica y
térmica, maleabilidad y ductilidad. Gracias a la movilidad de
los electrones, los metales conducen eficazmente el calor y la electricidad,
a diferencia de las sustancias iónicas, que poseen cargas localizadas.
Las sustancias metálicas presentan estructuras sólidas
compactas, pero con gran capacidad para deformarse sin fracturarse, lo que
explica su maleabilidad. Además, suelen exhibir elevados puntos de fusión y
ebullición, superiores a los de la mayoría de sustancias moleculares, y un
característico brillo metálico debido a su capacidad para reflejar la
luz. En conjunto, estas propiedades hacen de las sustancias metálicas
materiales clave en aplicaciones estructurales, eléctricas e industriales.
Referencias
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