Las ecuaciones químicas pueden representarse de dos
formas equivalentes, pero ambas se refieren siempre a los átomos. En una
representación, los átomos se muestran como esferas de distintos colores,
siguiendo la tradición daltoniana, donde cada color distingue un
elemento químico (por ejemplo, el oxígeno en rojo y el hidrógeno en blanco). En
la otra, se utiliza su símbolo atómico (H, O, etc.), lo que permite
expresar el mismo concepto de forma simbólica. Ambas representaciones
transmiten la misma idea: una reacción química es una reorganización de
átomos, no una creación ni una destrucción de materia.
Un principio fundamental e intuitivo de la teoría atómica
es la conservación del número de átomos. Durante una reacción química,
los átomos cambian de agrupamiento, pero su cantidad total permanece
constante. Este principio se conoce como la Ley de conservación de la
masa, formulada inicialmente como un axioma filosófico y
reinterpretada hoy como conservación de la materia a nivel atómico. La
ecuación representada (2H₂O → 2H₂ + O₂) ilustra claramente este hecho: dos
moléculas de agua, formadas por átomos de hidrógeno y oxígeno, se separan para
dar lugar a moléculas de hidrógeno y oxígeno gaseoso, conservando la cantidad
total de cada tipo de átomo.
Según el modelo de la ecuación química, todo lo que aparece a la izquierda de la flecha corresponde a los reactantes, las sustancias que se transforman; y lo que está a la derecha, hacia donde apunta la flecha, son los productos, las sustancias nuevas que se forman. Los reactantes “desaparecen” en su forma original, pero sus átomos persisten, reorganizados en nuevas combinaciones. Así, podemos afirmar que las sustancias no tienen una existencia ontológica independiente; solo los átomos, cuya materia permanece inalterable, son los verdaderos entes que existen y se conservan.
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