La tabla muestra cómo diferentes compuestos del cloro con oxígeno —Cl₂O, Cl₂O₃, Cl₂O₅ y Cl₂O₇— contienen 71 g de cloro combinados respectivamente con 16 g, 48 g, 80 g y 112 g de oxígeno. Estos valores no son arbitrarios: siguen una progresión definida. Las masas de oxígeno están en la relación 1:3:5:7, lo que demuestra una regularidad matemática clara. Aunque la cantidad de cloro se mantiene constante, la proporción de oxígeno aumenta de forma escalonada y predecible. Esto confirma que cada compuesto tiene una composición definida, cumpliendo con lo que dicta la ley.
Cada uno de estos óxidos es una sustancia pura, con propiedades químicas y físicas distintas, pese a estar formados por los mismos elementos. Esta regularidad implica que no estamos ante mezclas o soluciones variables, sino ante compuestos químicos con identidad propia, determinadas por la proporción fija de masas de los elementos que los forman. Así, los óxidos de cloro constituyen un ejemplo clásico y contundente del valor explicativo de la ley de Proust, en contraposición a la hipótesis de proporciones variables de Berthollet, que solo aplica a soluciones o sistemas en equilibrio.
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