(Actividad 6.7.) Una de las características clave
que distinguen una vejiga natatoria de un pulmón verdadero reside en su estructura
interna. Las vejigas natatorias son, en esencia, bolsas
relativamente huecas con una superficie interna más o menos lisa y vascularizada,
que pueden llenarse de aire o agua según la función primordial (flotación o
ventilación). Aunque esta vascularización permite el intercambio gaseoso, la superficie
de contacto para la difusión de oxígeno es limitada en comparación con un
pulmón. Su diseño simple es eficaz para el control de la flotabilidad y, en
algunos casos, para la respiración aérea suplementaria cuando las condiciones
ambientales lo exigen.
Sin embargo, cuando un pez pulmonado o un anfibio
experimentan la metamorfosis, la transformación de esta estructura
respiratoria es notable. La superficie interna de lo que era una vejiga
natatoria o una bolsa pulmonar simple se vuelve progresivamente más
esponjosa, desarrollando septos (divisiones internas) o arrugas
complejas. Estas invaginaciones y plegamientos aumentan drásticamente la superficie
de contacto disponible para el intercambio gaseoso, haciendo que la
estructura sea mucho más eficiente para la absorción de oxígeno atmosférico. A
estos pulmones con arrugas internas o subdivisiones parciales los
denominamos pulmones septados, marcando una transición evolutiva y
funcional hacia órganos respiratorios terrestres más eficientes.
(Actividad 6.8.)
(Actividad 6.9.) Los amniotas heredaron y desarrollaron pulmones significativamente más complejos que sus ancestros tetrápodos, una adaptación crucial para la colonización plena del ambiente terrestre. Por ejemplo, los reptiles en sentido extenso (excluyendo a los arcosaurios, como cocodrilos y aves, y a los mamíferos) poseen pulmones faveolares. Estos pueden verse como una especialización del pulmón septado ancestral. En los pulmones faveolares, las arrugas y pliegues invaden profundamente la cavidad interna del pulmón, creando una estructura altamente esponjosa. Esta red intrincada está formada por celdas interconectadas llamadas faveolos, cuya superficie está revestida por una mucosa con surfactante que reduce la tensión superficial y facilita enormemente el intercambio de gases. Esta morfología incrementa exponencialmente la superficie respiratoria, mejorando la eficiencia de la captación de oxígeno en comparación con pulmones más simples.
Es probable que este tipo de pulmón faveolar haya
sido una adaptación crucial para la colonización del enorme desierto
de Pangea durante el Paleozoico tardío y el Mesozoico temprano. En aquella
época, solo unos pocos nichos eran húmedos y se encontraban
principalmente en las costas o cerca de grandes cuerpos de agua. Sin embargo,
los amniotas debieron colonizar tierra adentro, donde las condiciones
eran mucho más áridas. Un pulmón con una superficie interna tan compleja y una
mucosa con surfactante ofrecía una ventaja decisiva al evitar que las
delicadas superficies respiratorias se secaran tan fácilmente en ambientes
deshidratantes. Esta innovación no solo les permitió sobrevivir, sino prosperar
y diversificarse en entornos terrestres secos, marcando un hito en la evolución
de los vertebrados.
(Actividad 6.10.)
(Actividad 6.11.) Los reptiles cocodrilianos,
y probablemente sus ancestros los arcosaurios, poseían sistemas
respiratorios complejos que se desviaban significativamente de los patrones
pulmonares de otros reptiles y mamíferos. A diferencia de los pulmones faveolares
en forma de panal de lagartos y serpientes, o el patrón alveolar de los
mamíferos, los cocodrilianos presentan una estructura altamente
especializada denominada circuito respiratorio. En lugar de celdas
simples, sus pulmones organizan los faveolos en canales definidos. Estos
se estructuran en dos galerías principales: los ventrobronquios, que se
extienden ventralmente, y los dorsobronquios, ubicados dorsalmente.
Ambas galerías están interconectadas por una red de finos conductos llamados parabronquios,
que son el sitio principal donde ocurre el intercambio de gases. Esta
disposición interna les confiere una arquitectura pulmonar única y altamente
eficiente.
El flujo de aire en los pulmones de los cocodrilianos es
unidireccional, un rasgo evolutivo clave compartido con las aves. Durante
la inhalación, el aire entra por la tráquea y se dirige primero hacia
los dorsobronquios. Desde allí, fluye a través de los parabronquios,
donde se produce el intercambio gaseoso, y luego se almacena en los ventrobronquios.
Finalmente, el aire es expulsado en la exhalación. Este flujo
continuo asegura que los parabronquios estén siempre en contacto con aire
fresco y oxigenado, a diferencia del sistema bidireccional alveolar de los
mamíferos, que siempre mezcla aire fresco con residual. Esta eficiencia
confiere dos ventajas notables: la capacidad de almacenar aire fresco y
residual en compartimentos separados, lo que permite inmersiones
prolongadas sin liberar burbujas (crucial para la caza sigilosa); y una eficiencia
respiratoria extremadamente alta, solo superada por la de las aves. Gracias
a esto, especies como Crocodylus intermedius pueden permanecer
sumergidas por más de una hora, una adaptación vital para su éxito como
depredadores emboscadores.
(Actividad 6.12.)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario