La figura muestra un montaje experimental diseñado para analizar la conductividad eléctrica de diversas soluciones acuosas, un concepto fundamental en el estudio de los electrolitos. En el centro del sistema se encuentra una batería, encargada de proporcionar una diferencia de potencial eléctrico que impulsa la corriente a través del circuito. Esta batería está conectada a dos bombillas eléctricas en serie, las cuales funcionan como indicadores visuales de la presencia y magnitud del flujo de carga eléctrica.
El montaje incluye tres recipientes con diferentes soluciones. A la izquierda, se encuentra una solución de etanol, una sustancia soluble en agua pero que no se disocia en iones. Por ello, el etanol se clasifica como un no electrolito, y se espera que no encienda la bombilla, demostrando que solubilidad no implica necesariamente conductividad.
En el centro, el recipiente contiene una solución de cloruro de potasio (KCl), una sal que se disocia completamente en iones K⁺ y Cl⁻ en solución acuosa. Esto convierte al KCl en un electrolito fuerte, y se anticipa que la bombilla emita una luz intensa, indicando un paso eficiente de corriente eléctrica.
A la derecha, se encuentra una solución de ácido acético (CH₃COOH), que se ioniza parcialmente en agua, produciendo iones H⁺ y CH₃COO⁻. Debido a esta disociación incompleta, el ácido acético es un electrolito débil, y la bombilla debería brillar con intensidad moderada, menor que en el caso del KCl, pero mayor que con el etanol.
Este montaje ilustra claramente la diferencia entre electrolitos fuertes, débiles y no electrolitos, y permite correlacionar la cantidad de iones en solución con la conductividad eléctrica. También resalta la importancia de la estructura molecular y el comportamiento en solución acuosa como criterios clave para clasificar sustancias químicas según su capacidad de transportar corriente.
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