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sábado, 24 de mayo de 2025

Figura. Anguila eléctrica


La anguila eléctrica (Electrophorus electricus) es un habitante fascinante de las aguas dulces de Sudamérica, encontrándose predominantemente en las cuencas del Amazonas y el Orinoco. Morfológicamente, no es una anguila verdadera, sino un tipo de pez cuchillo que puede crecer hasta 2.5 metros de largo y pesar alrededor de 20 kilogramos. Su cuerpo cilíndrico y alargado está adaptado para su vida en aguas turbias y de baja visibilidad, donde dependen menos de la vista y más de otros sentidos. Son criaturas principalmente nocturnas, lo que les permite cazar con mayor eficacia en la oscuridad. Su dieta se compone principalmente de peces más pequeños, pero también pueden consumir anfibios y crustáceos, utilizando sus descargas eléctricas para aturdir o matar a sus presas antes de engullirlas.

El sistema de defensa y ataque de la anguila eléctrica es lo que la hace verdaderamente única. Posee tres órganos eléctricos especializados: el órgano principal, el órgano de Hunter y el órgano de Sachs. El órgano principal y el de Hunter son responsables de generar las poderosas descargas de alto voltaje, que pueden llegar hasta los 600 voltios y un amperaje significativo, suficiente para desorientar a un ser humano o paralizar a un animal grande. El órgano de Sachs, por su parte, produce descargas de bajo voltaje utilizadas para la electrolocalización, ayudándolas a navegar y detectar presas en su entorno oscuro y lodoso. Es importante destacar que estas descargas no son sostenidas; la anguila puede emitir pulsos cortos y repetitivos, controlando la intensidad y frecuencia según sus necesidades.

A pesar de su formidable capacidad eléctrica, la anguila eléctrica no está exenta de depredadores, especialmente cuando es joven. Caimanes, anacondas y grandes felinos como los jaguares pueden representar una amenaza. Sin embargo, su principal defensa es, sin duda, su capacidad para generar descargas eléctricas. Sorprendentemente, la anguila no se ve afectada por su propia electricidad debido a una combinación de factores. Sus órganos vitales están protegidos dentro de una cabeza pequeña y no conductora, y su piel ofrece cierta resistencia. Además, el flujo de corriente se dirige hacia afuera, hacia el entorno circundante, minimizando el impacto en su propio cuerpo. Esta adaptación asombrosa le permite sobrevivir y prosperar en su hábitat, demostrando una vez más la ingeniosidad de la evolución.

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