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martes, 5 de agosto de 2025

Figura. Reacción redox de una moneda

La reacción entre un centavo de cobre y ácido nítrico es un ejemplo paradigmático de una reacción de oxidación-reducción o redox, en la que ocurren simultáneamente procesos de pérdida y ganancia de electrones. En este caso, el cobre metálico actúa como agente reductor, cediendo electrones y convirtiéndose en iones Cu²⁺, mientras que el ion nitrato del ácido se reduce parcialmente, formando dióxido de nitrógeno (NO₂), un gas tóxico y corrosivo fácilmente identificable por su color marrón rojizo y su olor acre.

El resultado de esta transformación es una disolución azul-verdosa intensa, que corresponde al nitrato de cobre, un compuesto iónico soluble en agua. Esta sustancia no solo posee una coloración distintiva, sino también propiedades químicas muy diferentes del metal original, lo que evidencia un cambio químico irreversible. A diferencia de un cambio físico —como fundir o triturar un metal, que no altera su composición—, aquí los átomos de cobre se reorganizan completamente para formar nuevas especies químicas.

Este tipo de reacciones no solo tiene valor demostrativo en el aula de química, sino que también permite comprender principios fundamentales como la conservación de la materia, la transferencia de electrones, y la formación de compuestos iónicos. Además, resalta el poder transformador de los ácidos fuertes sobre los metales menos nobles y ayuda a visualizar la reactividad relativa de distintas especies. La observación directa del gas tóxico, el cambio de color y la desaparición del metal son evidencia visual poderosa de cómo la química altera profundamente la identidad de la materia.

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