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miércoles, 7 de mayo de 2025

Figura. Fermentación alcohólica

La fermentación alcohólica es un proceso anaeróbico en el que microorganismos como las levaduras convierten la glucosa en alcohol etílico y dióxido de carbono a través de una serie de reacciones acopladas. El primer paso es la glucólisis, donde la glucosa se descompone en dos moléculas de piruvato, generando dos moléculas de ATP y NADH en el proceso. En condiciones ideales, la glucólisis tiene un rendimiento del 90-95% de la glucosa convertida en piruvato, pero solo genera una pequeña cantidad de energía, aproximadamente 2 ATP por molécula de glucosa, lo cual es relativamente bajo en comparación con la respiración aeróbica.

El siguiente paso de la fermentación alcohólica es la conversión del piruvato en acetaldehído y dióxido de carbono, catalizada por la enzima piruvato descarboxilasa. Esta reacción no produce energía directamente, pero prepara al acetaldehído para ser reducido a alcohol etílico en la siguiente etapa. El rendimiento de esta conversión es cercano al 100%, ya que todo el piruvato producido en la glucólisis es convertido en acetaldehído, aunque una pequeña cantidad de dióxido de carbono se libera durante este paso, lo que contribuye a la efervescencia en productos como la cerveza.

Finalmente, el acetaldehído se reduce a alcohol etílico mediante la acción de la alcohol deshidrogenasa, en un proceso que también regenera el NAD+, necesario para que la glucólisis pueda continuar. Este paso tiene un rendimiento cercano al 100% en condiciones ideales, lo que significa que prácticamente todo el acetaldehído es convertido en etanol. En general, los rendimientos de la fermentación alcohólica de glucosa a alcohol etílico suelen estar entre el 90% y el 95% en condiciones óptimas, lo que hace que este proceso sea altamente eficiente para la producción de productos como el vino, la cerveza y otros productos fermentados.

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