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martes, 6 de mayo de 2025

Figura. Alambique del whisky

La destilación por alambique es un proceso fundamental en la producción de whisky, ya que permite separar los componentes del líquido fermentado en función de sus puntos de ebullición. Este líquido, conocido como "wash" o mosto, contiene una mezcla compleja de agua, etanol y compuestos secundarios generados durante la fermentación. Al calentarse en un alambique tradicional, generalmente de cobre, el etanol y otras sustancias volátiles se vaporizan antes que el agua, permitiendo su recolección como destilado enriquecido.

El uso del cobre no es casual; este metal presenta propiedades químicas que contribuyen directamente a la calidad del producto final. El cobre reacciona con compuestos de azufre y otros subproductos indeseados de la fermentación, eliminándolos del destilado y dejando un perfil más limpio y agradable. Además, su alta conductividad térmica asegura una distribución uniforme del calor, lo cual mejora el control del proceso. A diferencia de otros sistemas industriales que priorizan eficiencia, el alambique se valora por su capacidad de mantener gradientes térmicos suaves, lo que preserva los aromas delicados y complejos del whisky.

El producto final puede someterse a una segunda destilación, o incluso a una tercera, para refinar aún más su perfil. Estas etapas adicionales eliminan impurezas y ajustan la fracción de volumen de etanol, acercándola al rango deseado antes del envejecimiento. Así, la destilación por alambique no solo separa componentes, sino que también define el carácter sensorial del whisky, estableciendo una relación directa entre la técnica de separación y las propiedades organolépticas del producto terminado..

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