La eficiencia y ligereza de las baterías de ion litio han sido clave para impulsar la adopción masiva de los vehículos eléctricos a nivel industrial y global. Esto ha contribuido a la reducción significativa de las emisiones de CO₂ y a disminuir la dependencia mundial de los combustibles fósiles, aspectos cruciales en la lucha contra el cambio climático. Para asegurar un funcionamiento seguro y optimizado, los vehículos cuentan con sistemas de gestión de baterías (BMS), que monitorean constantemente parámetros como la temperatura, el voltaje y el nivel de carga, ajustando el rendimiento y previniendo riesgos de sobrecalentamiento o fallas.
No obstante, a pesar de sus beneficios, el uso masivo de baterías de ion litio presenta desafíos importantes, especialmente en el reciclaje y la extracción del litio, procesos que generan impactos ambientales y problemas geopolíticos. La cadena de suministro del litio está concentrada en pocos países, lo que puede provocar tensiones internacionales y afectar la estabilidad del mercado. Además, el reciclaje eficiente de estas baterías es aún un reto tecnológico y económico, pero es fundamental para garantizar la sostenibilidad del crecimiento de la movilidad eléctrica en el futuro.
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